Algunas veces pensamos que para traducir algo se necesita solamente hablar los dos idiomas que se van a utilizar, con un buen conocimiento del vocabulario, gramática y ortografía de ambos idiomas, si bien esto puede ser cierto para algunas traducciones sencillas y de lenguaje cotidiano, en otras ocasiones, se necesita más.
Una traducción no debe, de entrada, parecer una traducción. Idealmente, la persona que lee el documento traducido a su idioma natal, no se daría cuenta que es un documento traducido, ya que, al leerlo o escucharlo, le parece bastante natural, esto aplica tanto para documentos técnicos como de lenguaje cotidiano. Aquellas traducciones hechas demasiado literales, o “palabra por palabra”, son difíciles de leer, cambian el mensaje original o lo vuelven confuso. Estas traducciones son identificadas rápidamente, afectando la imagen de tu compañía.
Lo anterior, fácil de entender, requiere que el traductor cuente con las herramientas apropiadas, una serie de habilidades y experiencia.